Pequeña joyita no convencional, pequeña porque no es el thriller más fantástico de todos los tiempos, pero joyita igual porque transcurriendo casi enteramente en una habitación vacía donde van hablando de a uno los 6 sospechosos de un asesinato, la película no nos deja pestañar y nos va sumiendo por un lado en nuestra búsqueda del asesino (la cámara nos pone en el lugar exacto del interrogador) y por otro nos sumerge en el juego psicológico que cada sospechoso irá montando o padeciendo. 100% apta para ser adaptada a teatro (¿se le habrá ocurrido ya al guionista?), la película muestra pequeños flashes cada tanto de lo que realmente ocurrió el día del asesinato, pero suena más a excusa para mostrar seguido las tetas de una prostitura rusa (evitando el zapping de aquél que encuentre demasiado experimental la peli), que porque sean imágenes importantes para entender la trama. Ümit Ünal aquí ya muestra esa gran habilidad para dar saltos en el tiempo y enganchar partes de la historia en forma rayuelística como en Anlat Istanbul. Los testimonios van y vienen, chocan entre sí hasta cuando todos dicen la verdad (excelentes sutilezas de un guión brillante para que la subjetividad individual pinte cuadros distintos de la misma foto… y sí, vimos Rashomon de Kurosawa y eso es igual, pero en Dokuz hay una apuesta estética a reducir todo a una silla y 6 actores, y entonces sentimos que no copia, deconstruye a lo sumo), y hasta nos logran mechar toques de humor con detalles que se van revelando por hablar bajo presión. Agreguemos que los personajes están muy bien, como también su desarrollo.
En la última toma, como broche dorado para esta gran obra, aparece el “9” en la puerta de un departamento, el cuál no es sino un 6 que perdió un tornillo y cuelga boca abajo, tirándonos letra para resumir la peli en una corta frase: El camino entre lo que parece y lo que es.
La academia de Georgellywood otorga: sekiz (8) Jorgitos.
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